Finish the Tale story #41.The hour of death (eng-esp)

The hour of death

The clock struck thirteen, and everything stopped It was impossible, really, because the clock in an infinite circle reaches twelve and moves on, although many say that thirteen is the equivalent of saying it is one o'clock in the afternoon, we know well that this is absurd. However, that was happening. The clock really did strike thirteen, not one o'clock. In fact, this clock had shown a new number. There, between XII and I, was XIII, screaming its presence, but beyond its reflection there was something else.

Suddenly, the blue sky turned grey, with black clouds as if made of coal, and a strange, roaring, hot wind, as if the flames of the coal clouds were igniting. The air was thick, it was really hard to breathe, and suddenly, the smoke, translucent, imperceptible to the eye but not to the nose, made my eyes burn and I began to rub them desperately.

I left my room, looking for my mother, but when I opened the door, there was nothing, only desolation and destruction in every corner, and in this empty space, only my own room remained, intact, covered in dust but intact.
I then looked at the sky, this time not through the window, but looking at the whole panorama. The sky was now on fire, it seemed as if I was inside an oven, and the incessant, oppressive, desperate and hypnotic sound of the clock did not stop, it seemed like a mantra of raw and strange reality.

The clock read thirteen o'clock and the hands did not move, frozen in time that did not advance. Was I dreaming? I wondered as I saw a huge bird fly overhead, its fluttering wings dispersing the dust and revealing the remains of buildings similar to mine.

In a fit of frenzy, recklessness and fear, I ran at full speed, when suddenly a voice stopped me. "Stop!" it shouted, and my legs froze. I looked in all directions and there, in the distance, in a room with butterfly wallpaper, I saw an unknown girl.

"Stay in your room," she said, pointing to the sky, "don't leave there." That's when I realised that those huge birds were fluttering around, looking for someone to eat, and a few steps ahead of me were the remains of bloody bodies.
I backed away cautiously, entered my room and closed the door behind me. Through the window, I watched the girl who was telling me not to leave. The birds outside screamed as if they were human, one of them had my mother's voice, and honestly, I was very scared.

In a fit of madness, I grabbed the clock. It burned, but it didn't matter. The angry hands squeaked as I tried to force them, and suddenly a loud sound echoed, creating a moment of silence.
A huge bird smashes my window, its strange beak reflecting a dancing tongue like a snake.
"Stop that, Saul!" my mother's voice shouts through the beak of that monstrous bird.

Suddenly, the girl who had warned me earlier was reaching out her hand before I lost what little sanity I had left. We ran quickly through the chaos, stepping on the legs of who knows who. Meanwhile, the motionless clock on my bedroom wall continues to strike thirteen, the hour of death or of a nightmare that does not exist.

Español

La hora de la muerte

El reloj dio las trece y todo se detuvo. Era algo imposible en realidad, el reloj en un círculo infinito llega al doce y avanza, aunque muchos digan que las trece es el equivalente a decir que es la una de la tarde, sabemos bien que aquello es absurdo. Sin embargo, eso estaba ocurriendo, el reloj realmente marcaba las trece, no la una, no en realidad, éste reloj había mostrado un nuevo número, allí, entre el XII y el I estaba el XIII gritando su parecencia, pero más allá de su reflejo había algo más.

De pronto el cielo azulado se tornó grisáceo, algunas nubes negras como si estuviesen hechas de carbón, el viento extraño, rugiente y caliente, como si fuesen las llamas de las nubes del carbón encendiendo. El aire denso, realmente costaba respirar y de pronto, el humo, translúcido, imperceptible a la vista más lo al olfato; provocaba que ardieran los ojos y comencé a frotarlos con desespero.

Salí de mi habitación, buscando a mi madre, pero al abrir la puerta no había nada, desolación, destrucción en cada rincón y en este terreno vacío solo estaba mi propia habitación, intacta, llena de polvo pero intacta.
Observe entonces el cielo, esta vez no miraba a través de la ventaja, sino que miraba todo el panorama. El cielo ahora en llamas, parecía que estaba dentro de un horno y el sonido del reloj incesante, agobiante, desesperante e hipnótico no cesaba, parecía un mantra de cruda y extraña realidad.

El reloj marcaba las trece y las manecillas no se movían, detenidas en el tiempo que no avanzaba, ¿acaso estoy soñando? Me pregunté cuanto vi a un ave enorme pasar volando por sobre mi cabeza, su revoloteo disipó el polvo y pude ver restos de edificaciones iguales a la mía.

En un arranque de frenesí, imprudencia y miedo, corrí a todo galope, de repente una voz me detuvo --¡allllllllto!– gritó y mis piernas se inmovilizaron. Mire a todas direcciones y allá a lo lejos en una habitación con papel mural de mariposas vi a una chica desconocida.

–Quédate en tu habitación–no salgas de ahí– decía indicando al cielo, y allí me di cuenta que esas aves enormes revoloteaban observando a quien podían comer, y unos pasos más adelante de mi restos de cuerpos ensangrentados.
Retrocedí con cautela, entré a mi habitación y tras de mí cerré la puerta. Por la ventana observó a la chica que me indica que no salga. Las aves afuera gritan como si fuesen humanos, una de ellas tiene la voz de mi madre y sinceramente tengo mucho miedo.

En un arranque de locura tomé el reloj, arde, pero no importa, las manecillas enfurecidas rechinan al tratar de forzarlas, de pronto un sonido estruendoso resuena creando un lapsus de silencio.
Un ave enorme destruye el cristal de mí ventana, su extraño pico refleja una lengua danzante como si fuese una víbora.
–¡Deja eso Saul!– grita la voz de mi madre por el pico de esa ave monstruosa.

De pronto la chica que antes me había advertido, estaba extendiendo su mano antes de que perdiera la poca cordura qué me quedaba, corrimos rápido en medio del caos, pisando piernas de quien sabe quien. Mientras tanto el reloj inmóvil en la pared de mi habitación sigue marcando las trece, la hora de la muerte o de una pesadilla que no existe.

Esta es mi partición para el concurso ofrecido por @ecencysupport Finish the Tale story #41.