Why am I here? (ENG-SPA)

¡Saben, mis amigos del camino! Hasta la ciencia, hoy tan sobrevalorada y encumbrada, recurre, cuando mucho, a argumentos axiomáticos para los asuntos existenciales, dejando los peliagudos problemas a la filosofía y a la religión cada día más menguadas. Claro, los más osados pretenden reducirlo todo a lo estricto material, en donde la espiritualidad no tiene cabida. Intuyó que estos idealistas tecnocráticos están condenados a errar en el intent.

En todo caso, estoy seguro, de que cada quien (si se lo propone) tendrá que responderse por la pregunta del porqué se está aquí. Por cierto, hace poco escuché o leí en forma somera, ya no recuerdo con exactitud, la idea de que el universo es consciente de sí mismo. Entonces, pensé en la dinámica de los fractales y vi al todo como expresiones a escala, en donde lo diminuto tiene la misma forma que lo inmenso a la vista de un observador. Pero, ¿cómo uno puede observarse a sí mismo? Sencillo, con el uso del entendimiento y la imaginación. Tendrán mis células conciencia de ellas. Estas nacen y mueren en el universo al que pertenecen, en mí. No obstante, ¡qué lejos estoy de ser una consciencia suprema para mis propias células, e incapaz de cambiar su destino!

¿Por qué estoy aquí?, ¿Cuál es el propósito de mi existencia? No lo sé, y de seguro no lo sabré con certeza, al menos en esta etapa de mi existencia. Quizás, como mis células que me sustentan, como las tuyas a ti, todos estamos para que el universo exista en virtud de un designio inaccesible de un ente incontingente fuera de nuestra comprensión. Imagino, un ser más allá de las consciencias anidadas. Ven, porque la ciencia se amilana al respecto. Te dará un ejemplo: la maravilla de la vida, una, incapaz de reproducir o crear de la nada en los laboratorios. Ni siquiera el doctor Frankenstein en la ficción lo pudo lograr, él necesitó pedazos de otros cuerpos y usó principios y leyes preexistentes. ¡Qué cabeza tan lúcida la de la señora Shelley!

Lamento, no poder responder la pregunta con convicción absoluta e irrefutable. A mis casi sesenta años, entendí (¿eso creo?) que un rol social no define quién soy, ni adónde voy, ni el lugar en que debo estar. Solo estoy aquí y ahora, disfrutando del dulce regalo de la vida para cumplir el propósito del universo. Estoy aquí, porque correspondo, al igual que todos, al objetivo de algo mayor, que no soy capaz de percibir, y mucho menos, comprender. No obstante, tan valioso como la más inmensa galaxia autoconsciente del cosmos.