10:52 am

Estoy en el salón de los chicos de segundo semestre de arquitectura. Mañana tienen conmigo la entrega final de su primer proyecto como estudiantes de arquitectura. Es algo sencillo, una cabañita frente al mar, y no se espera que entreguen propuestas perfectamente resueltas, aunque hay varias cosas interesantes entre lo que me han presentado. El ejercicio más bien pretende que se familiaricen con un proceso de diseño completo, y lo desarrollen por primera vez de principio a fin.

Puedo escribir esto (de a ratos) porque el día de hoy es solo para revisiones, y revisar no es obligatorio. Cada uno ya tiene claro que tiene que entregar, ya ha revisado antes conmigo, y están trabajando en lo que me entregarán mañana, pero como es de esperarse, muchos quieren mostrarme su avance, consultarme algo, o saber mi opinión sobre algo que han hecho o quieren hacerle a sus proyectos.

El no tener que revisar si consideran que no lo necesitan, y obligarlos en cierta manera a administrar su tiempo sin estarlos presionando, es parte de su enseñanza también. El trabajo de diseño es solitario, y algo de lo que uno tienen que aprender a hacerse responsables, y la libertad que se les da para lograrlo es algo nuevo para ellos, algo a lo que tienen que acostumbrarse, con todos sus pros y sus contras.

A veces necesitamos que nos presionen para rendir. A veces necesitamos supervisión. Pero como arquitectos no siempre tendrán eso, y de hecho es importante que aprendan a vivir sin ello, que aprendan a ser autónomos, que encuentren su propia voz y aprendan a escucharla, y eso no es sencillo.

Es la primera vez que los suelto de esta manera, y no puedo evitar preocuparme un poco. Mañana voy a saber mucho de su madurez y capacidad de compromiso. Este tipo de ejercicios nos permiten a los maestros conocer mejor a la materia prima que tenemos en las aulas, y su potencial. Y aunque creo que la mayoría lo hará bien, la realidad es que uno nunca sabe hasta que revisa los trabajos entregados.

Esta capacidad de ser independientes y cumplir con las metas programadas, sin la presión de una supervisión estricta es algo que aplica también a la vida. Hay cosas que tenemos que hacer, y no debe ser necesario que nada ni nadie nos presione para que las hagamos, a eso se le llama ser responsable, ser capaz.

Y esto viene a colación porque sin que me diera cuenta ha pasado una semana sin que pueda publicar en Hive. No he hecho algo que debía hacer, y eso me obliga a reflexionar (y actuar) al respecto. El porque, como todo, es multicausal, y tiene mucho que ver con los ajustes que tengo que hacer cada cierto tiempo a mis horarios personales debido a los cambios de calendario de los cursos escolares en las universidades en que laboro.

La semana pasada inició el nuevo curso escolar en una, y me ha tocado impartir una materia por primera vez, lo que implica una inversión de tiempo para preparar el material de las clases, y en la otra, estamos en período de los exámenes parciales previos a los exámenes finales, y hay mucho por calificar y revisar.

Estas son fechas en que genero nuevas rutinas para organizar mi tiempo, y por lo general, escasea el tiempo libre, y es en ese tiempo en que escribo para Hive. Siendo completamente honestos, tiempo libre he tenido algo, pero lo he invertido en otras cosas: en leer, en cosas de la casa, y pasando tiempo con la familia, sobre todo este fin de semana que fue Día de la Madre, en México.

Esta semana será similar, ya que tengo que entregar calificaciones de un par de grupos, pero espero como ahora, encontrar tiempos muertos, para poder ir acabando algunos textos, y la siguiente semana, ya sin pendientes fuertes de trabajo, y ya mejor integrado a mi nuevo horario, poder aprovecharlo mejor, y publicar con más frecuencia.

La clave, como yo lo veo, es encontrar el equilibrio, y esto aplica tanto a mis alumnos como a mí. El problema no es perder el ritmo de cuando en cuando, el problema es no aprender a retomarlo, el no poder estar en control, al menos la mayor parte del tiempo.

El tiempo no pide permiso para avanzar y es implacable. Un día te das cuenta de que te has perdido de cosas sin darte cuenta. Por eso insisto mucho en mis publicaciones en la importancia de vivir de manera consciente, intencionada, porque si no, el tiempo se te escurre entre los dedos sin que te des cuenta.

Vivir implica una intención, una voluntad, un propósito. Vivir por inercia, vivir mientras los días pasan por ti en vez de tu pasar por los días, no es vivir, es meramente existir, y eso no es suficiente, al menos no para mí. Puede que para muchos eso este bien, puede que incluso yo, en ciertos momentos de mi vida vea eso como una opción temporal, pero nunca como una permanente.

Y por eso ahora, aunque sea de 5mins en 5 mins, entre atender a un alumno y revisar una tarea, entre aplicar un examen y asistir a una junta, escribo. La estrategia me ha funcionado para leer cada vez más, así que no veo porque no pueda funcionar igual para escribir en tiempos en que no me lo parece posible.

Y ser responsable es eso. Es hacer lo que hay que hacer, más allá de todo y todos, más allá incluso de uno mismo. Y a veces es la única forma de lograr metas, la manera de alcanzar objetivos, desde los más sencillos hasta los más ambiciosos. Ser constante, y tener siempre claro el rumbo, nos permite, aunque sea lentamente (como este texto) poder llegar a donde nos lo propongamos, ya que como dice la canción: "lo importante no es llegar primero, sino saber llegar".

Antes de que algo más pase, aprovecharé para publicar esto, que ya se ha llevado unos días en terminarse. Muchas gracias como siempre por leerme, y hasta la próxima.

Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.