Mi espacio vital Iniciativa #11 : Los atardeceres.

[ESP]

Hola a todos en la comunidad de #Greenzone.
Un gusto enorme poder participar en esta iniciativa. Gracias a @vladimirmf por invitarme a ser parte de esta experiencia, y a @iriswrite por proponer una idea tan bonita que nos invita a conectar con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

Quisiera comenzar diciendo que mi espacio vital no es necesariamente un lugar físico, sino un momento específico del día. Un instante en el que todo se detiene, en el que los pensamientos se aquietan y los pesares del día se disuelven poco a poco. Es ese momento en el que logro soltar lo que me pesa, dejar ir las preocupaciones y reencontrarme con la belleza de la naturaleza.

Ese instante al que considero mi espacio vital es el atardecer. No importa dónde esté, en la ciudad, en el campo o frente al mar, cuando el sol comienza a descender y pinta el cielo con tonos anaranjados, rosados y dorados, siento que mi alma también se acomoda. Mirar el atardecer se ha convertido para mí en un ritual, en una pausa sagrada. Es como si el mundo entero se quedara en silencio solo para permitirme respirar un poco más profundo.

El atardecer tiene esa magia que transforma cualquier lugar en mi refugio, en mi espacio vital. Me llena de vida, me recarga, me recuerda que a pesar del cansancio o de los días difíciles, siempre hay algo hermoso esperándonos al final del camino. Cada vez que contemplo cómo el sol se va ocultando, siento que puedo compartir con el mundo todo lo que llevo dentro, liberar emociones, agradecer por lo vivido y prepararme para lo que viene.

Y si ese atardecer ocurre frente al mar, todo se multiplica. Hay algo profundamente poderoso en ver cómo los rayos del sol se reflejan en el agua, como si el océano y el cielo se fundieran por un instante. Me gusta pensar que, en ese momento, el sol besa al mar, y que de ese encuentro nacen todas las energías que me alimentan. Es una mezcla perfecta entre la calidez del sol, la calma del agua y el susurro del viento. Es una danza de luz y color que me envuelve por completo.

A lo largo de mi vida, he tenido una conexión especial con el atardecer. Desde pequeña, siempre me detenía a observar cómo cambiaba el cielo. Con el tiempo entendí que en ese acto simple encontraba algo mucho más grande: un espacio de paz, de reflexión y de conexión conmigo misma. Ese instante me enseña a soltar el control, a dejar que el día se vaya con sus luces y sus sombras, y a confiar en que mañana habrá una nueva oportunidad para empezar de nuevo.

Para mi suerte vivir en una ciudad como Matanzas con una hermosa bahía y además tener desde mi casa una visión panorámica de ella, ideal para apreciar estos momentos, me permite disfrutarlos cada día. Y cada tarde, al volver del trabajo, le dedico unos minutos al atardecer. Siento que él me entrega tranquilidad, armonía y esperanza, y yo, a cambio, le entrego mi atención, mi gratitud y mi asombro. Porque, al final, eso es lo más bello de todo: reconocer que, a veces, lo que realmente necesitamos para sanar o recargarnos está justo frente a nuestros ojos, escondido en la simple y eterna magia de un atardecer.

Invito a @inela91, a @luismiguel90 y a @marpasifico a participar en esta iniciativa. Me encantaría conocer sus espacios vitales.
Todas las imágenes son de mi propiedad, capturadas con mi teléfono móvil Samsung A70.

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[ENG]

Hello everyone in the #Greenzone community.
It is a great pleasure to be part of this initiative. Thanks to @vladimirmf for inviting me to be part of this experience, and to @iriswrite for proposing such a beautiful idea that invites us to connect with ourselves and with what surrounds us.

I would like to begin by saying that my vital space is not necessarily a physical place, but a specific moment of the day. An instant in which everything stops, in which thoughts become still and the burdens of the day gradually dissolve. It is that moment when I manage to let go of what weighs me down, release worries, and reconnect with the beauty of nature.

That instant I consider my vital space is the sunset. It doesn’t matter where I am, in the city, in the countryside, or by the sea, when the sun begins to descend and paints the sky with orange, pink, and golden tones, I feel that my soul also settles. Watching the sunset has become a ritual for me, a sacred pause. It is as if the whole world fell silent just to allow me to breathe a little deeper.

The sunset has that magic that transforms any place into my refuge, into my vital space. It fills me with life, it recharges me, it reminds me that despite the tiredness or the difficult days, there is always something beautiful waiting for us at the end of the road. Every time I watch how the sun goes down, I feel that I can share with the world everything I carry inside, release emotions, give thanks for what I have lived, and prepare myself for what is to come.

And if that sunset happens by the sea, everything multiplies. There is something deeply powerful in seeing how the sun’s rays reflect on the water, as if the ocean and the sky merged for an instant. I like to think that, in that moment, the sun kisses the sea, and that from that encounter all the energies that nourish me are born. It is a perfect mix between the warmth of the sun, the calm of the water, and the whisper of the wind. It is a dance of light and color that completely surrounds me.

Throughout my life, I have had a special connection with the sunset. Since I was little, I always stopped to observe how the sky changed. Over time I understood that in that simple act I found something much greater: a space of peace, reflection, and connection with myself. That instant teaches me to let go of control, to let the day go with its lights and its shadows, and to trust that tomorrow there will be a new opportunity to start again.

Luckily for me, living in a city like Matanzas with a beautiful bay and also having from my home a panoramic view of it, ideal to appreciate these moments, allows me to enjoy them every day. And every afternoon, when I return from work, I dedicate a few minutes to the sunset. I feel that it gives me tranquility, harmony, and hope, and I, in return, give it my attention, my gratitude, and my amazement. Because, in the end, that is the most beautiful thing of all: to recognize that, sometimes, what we really need to heal or recharge is right in front of our eyes, hidden in the simple and eternal magic of a sunset.

I invite @inela91, @luismiguel90, and @marpasifico to take part in this initiative. I would love to get to know their living spaces.
All images are my property, captured with my Samsung A70 mobile phone.