Saludos amigos de @holos-lotus, con la comunidad que promueve el bienestar emocional, en esta oportunidad vengo a participar en la iniciativa de nuestra amiga @damarysvibra en su columna Integrales y en Expansión, donde nos invita a reconectar con los instintos.
Al pasar por la represa de Calabozo en mi retorno al llano.
Reconozco que este es un tema al cual nunca le había prestado atención, me refiero para escribir acerca del mismo. Digamos que mis instintos han sido apaciguados por la crianza y los convencionalismos sociales, de una manera acertada.
Recuerdo la mirada de mi madre cuando mis ojos se iban detrás de un dulce o algo apetecible, ya me había aleccionado lo suficiente en casa, para que luego una mirada bastara. «No pida», «no acepte nada que le ofrezcan», «retírese del lugar cuando las personas vayan a comer» y otras relacionadas con el tema.
Hubo siempre la conseja oportuna para apartarnos, a mi hermana y a mí, de ese «hambre social» tan presente en eventos de todo tipo, que hace a algunas madres meterle una bolsita en el bolsillo al hijo, cuando lo lleva a una fiesta, para que lleve para la casa. Primera enseñanza que se reflejará feamente en el futuro si no se cumple. Una costumbre que obedece a instintos primarios de caza no modificados por la educación.
Sin embargo, debo reconocer que mi instinto de supervivencia se impone y me hace tener un hambre casi permanente, con pensamientos de qué hacer para el almuerzo, cuando recién he terminado de desayunar e igual para merienda y cena. Cuando visito llevo el pan dulce que acompañe a un buen café, sí, esto es puro instinto.
Es totalmente innato que me convierta en una leona, cuando alguien osa meterse con alguno de mis hijos, pese a que el menor tiene 33 años y los cuatro saben defenderse solos. Yo misma me avergüenzo luego, por lo rápido, que suelo reaccionar, cada vez que la reputación de uno de ellos es vulnerada. Simple y llanamente ¡Con mis hijos no te metas!
Con una de mis hijas.
Esto se prolonga a los nietos con una reacción mayor, solo que en esos casos, les pido a mis hijos que reaccionen ellos. Sí, eso es muy animal, como mi gata cuando corre a ver a sus crías, cuando lloran porque yo estoy revisándolas, así me siento con mi instinto maternal, siempre alerta.
Yo podré mantener mis reacciones a raya comprendiendo cuando me estoy pasando de límites. Para eso es la educación, si toca pedir disculpas lo hago y reconozco mis excesos. Hasta que una cucaracha asome alguno de sus bigotes, allí pierdo la compostura, no importa donde esté y si se le ocurre abrir sus alas no me pidan calma, gritaré, correré y me sacudiré la ropa y el cabello con la sensación de que esta me camina por encima. Quienes me conocen, me advierten para que me aleje, mientras ellos se deshacen del insecto. Esto es instinto de supervivencia en su más clara expresión.
Entrando a San Fernando de Apure.
En este momento mi instinto gregario me ha llevado a retornar a la manada, buscando cobijo y cuidados para mí salud, estoy en el nido, con el calor de los míos. Dándole vida a mi casa montonera, hasta que Dios me lo permita.
Gracias por tu amable lectura.
Mi contenido es original.
Imágenes propias.
He utilizado el traductor de Google.
English Version
Greetings, friends of @holos-lotus, with the community that promotes emotional well-being, this time I'm here to participate in the initiative of our friend @damarysvibra in her column Integrales y en Expansión, where she invites us to reconnect with our instincts.
Passing by the Calabozo Dam on my way back to the plains.
I admit that this is a topic I'd never paid attention to, I'm referring to this to write about it. Let's just say my instincts have been appeased by upbringing and social conventions, in a fitting way.
I remember my mother's look when my eyes wandered after a sweet or something appetizing. She had already taught me enough at home, so that later a glance was enough. "Don't ask," "don't accept anything offered to you," "leave the room when people are about to eat," and other related things.
There was always the right advice to keep my sister and me away from that "social hunger" so prevalent at events of all kinds, which leads some mothers to slip a small bag into their son's pocket when they take him to a party, to take home. This first lesson will reflect badly in the future if it's not followed. A custom that obeys primal hunting instincts, unmodified by upbringing.
However, I must admit that my survival instinct takes over and makes me almost constantly hungry, thinking about what to make for lunch when I've just finished breakfast, and the same goes for snacks and dinner. When I visit, I bring the sweet bread that goes with a good cup of coffee—yes, this is pure instinct.
It's completely innate that I turn into a lioness when someone dares to mess with one of my children, even though the youngest is 33 years old and all four can defend themselves. I'm ashamed myself later because of how quickly I react whenever one of their reputations is violated. Simply put, don't mess with my children!
With one of my daughters.
This extends to the grandchildren, with a stronger reaction. Only in those cases, I ask my children to react themselves. Yes, that's very animalistic, like my cat when she runs to check on her kittens, when they cry because I'm checking on them. That's how I feel, with my maternal instinct, always on alert.
I'll be able to keep my reactions in check by understanding when I'm overstepping my bounds. That's what education is for. If I have to apologize, I do it and acknowledge my excesses. Until a cockroach raises one of its whiskers, I lose my composure. No matter where I am, and if it dares to open its wings, don't ask me to calm down. I'll scream, run, and shake off my clothes and hair, feeling like it's crawling all over me. Those who know me warn me to stay away while they get rid of the insect. This is survival instinct in its clearest form.
Entering San Fernando de Apure.
At this moment, my gregarious instinct has led me to return to the pack, seeking shelter and care for my health. I am in the nest, with the warmth of my family. Giving life to my shabby house, as long as God allows it.
Thank you for your kind reading.
My content is original.
Images are my own.
I used Google Translate.
Me hiciste reír, je, je, je. Sabes, esa hambre permanente que siente puede que no sea “instinto” de supervivencia, me parece más bien “hambre emocional”. El hambre emocional puede ser causada por factores psicológicos, como el estrés, la ansiedad o la depresión, y no necesariamente está relacionada con la necesidad de alimento. Solo para tener en cuenta.
Estoy seguro de que toda madre tiene el instinto protector muy desarrollado, así, no me ha de extrañar que sea una “leona” como bien te describes.
Pese al paso del tiempo, hay instintos que imposiblemente serán reprimidos, pues, son innatos, están grabados en nuestro algoritmo genético. Reprimirlo por un control de la sociedad; bueno, han pasado muchas décadas y aun los preservamos. La idea es, despertarlos en el momento que los necesitemos.
Sí, es lo más seguro, las emociones toman partido en todo y no controlarlo es un problema, pero estoy bien, tengo el peso correcto que sería lo más desagradable.
Saludos
Pero cuando afloren los instintos no los reprimamos. Que salgan y nos lleven a explorar otras sensaciones. Eso nos hace auténticos. Logicanente, en sociedad, siempre nos vamos a limitar de exponer algunos pir educacion o pir el mismo instinto. El asunto es que, hoy, tú instinto gregario te ha llevado al mejor sitio y ese es tu verdadero hogar.
Sí, eso es correcto y sí también en el mejor lugar.
Saludos.
Abrazos desde Cuba
Igual desde Venezuela.
Me hiciste recordar cuando mamá o que amigas decían que pidiera torta para llevar a la casa! Ahora eso no se estila, me imagino por todas las vergüenzas pasadas por mi generación.
Con el tema de los hijos, soy igual, inclusive entre ellos, siempre defiendo al más vulnerable.
A mí nunca me gustó eso de pedir para llevar. También le enseñé a los míos a no hacerlo. Ni siquiera a las meriendas escolares les vi sentido. Ahora el tiempo de preparación académica es menor que el que se utiliza para comer.
Saludos cordiales.
@tipu curate 8
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Lo de la cucaracha me recordó a mí, mi instinto de supervivencia me dice "corre lo más que puedas". El llamado de la sangre es inevitable, quien se mete con lo mio, me hace reaccionar sin pensar. Saludos.